“Si el mundo os aborrece, sabed
que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo
amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por
eso el mundo os aborrece” (Juan15:18-19).
Recordemos que Jesús
enseñó que en este mundo sólo estamos de paso, así que de nada sirve poner
nuestro corazón en las cosas materiales que en este mundo existen, porque nada
de eso entrará en el reino del Señor, llegamos al mundo sin nada y así nos
iremos de aquí (1 Timoteo 6:7). Las
cosas que están en el mundo pueden servir para satisfacer necesidades básicas
del hombre, pero el mismo hombre con el paso de los años se ha corrompido y ha
convertido a este mundo en un sistema en el cual si no tienes posesiones,
patrimonio, buen sueldo o buena ropa, no vales.
Cuando una
persona decide ir en contra de ese sistema opresor, ha renunciado a vivir bajo
sus leyes (reglas impuestas para ser esclavos del dinero, del tiempo, de la
preocupación, de la diversión vana, de los vicios, de la televisión, del qué
dirán); y esto provoca extrañes en aquellos que quieren seguir siendo esclavos,
ven raro que hay personas que decidieron no ir con las modas y costumbres del
mundo, les causa asombro que ahora los que han decidido dejar el mal camino ya
no quieren salir a las fiestas y perderse toda la noche en embriagues porque
prefiere ir a casa y estar en familia, no pueden creer que esas personas lean
la Biblia o prediquen la Palabra de Dios, comienza el rechazo cuando se da la
oportunidad de compartirles un poco de lo que ha aprendido en este nuevo camino
y que ha sido de bien para su vida. “A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;” (1 Pedro 4:4)
Como escribió
Tertuliano: “Nuestra lucha está contra
las instituciones de nuestros antepasados, contra la autoridad de las
tradiciones, contra leyes humanas, contra los razonamientos de los sabios de
este mundo, contra la antigüedad, y contra las costumbres que teníamos.” (David W. Bercot “Cuando
el cristianismo era nuevo”)
La separación del mundo podemos ejemplificarla
con la vida de Jesús, el Maestro que
vino a este mundo como hombre a enseñarnos que se puede vivir sin
necesidad de las cosas materiales, y de hecho en el tiempo en que Él estuvo en
el mundo no tuvo posesiones, “Mas el hijo
del hombre no tiene donde recostar la cabeza” (Lucas 9:58)
Muchas veces pensamos que no podríamos vivir sin
las cosas de este mundo, el mismo sistema nos ha creado esa mentalidad, “si no tienes eres fracasado, eres pobre”, “ten
más, y serás mejor, superior a los demás”, pero la verdadera pobreza es la
espiritual, porque de qué nos sirve tener bastas posesiones, propiedades o
dinero, si por dentro estamos secos, llenos de sed, esa sed que no ha sido
saciada aun cuando el agua está a nuestro alcance. “Si
(Jesús) suprime de nosotros toda preocupación por el vestir, por la comida y
por todo lo innecesario… ¿Cuál creemos que será su opinión acerca del adorno rebuscado,
del lujo, del refinamiento de piedras preciosas y del oro trabajado?” Clemente
de Alejandría (195 d.C.), ¿Qué pensaría nuestro Señor de las comodidades que este mundo nos ofrece?
Tratamos de
justificar nuestra vida en el mundo, lo llamamos “compromisos” esas son la ataduras más resistentes con que
el sistema tiene atrapado al hombre, añadiendo vendas en los ojos para que no
podamos ver la verdad. El hombre de este mundo no es libre, vive para trabajar,
vive para sí mismo y no para los demás, no tiene tiempo para sentarse a
contemplar las cosas que Dios ha creado, piensa en el futuro, se afana en sus
posesiones, ansía la hora de abrir la oficina para seguir haciendo dinero,
codicia los bienes de los demás y se vuelve egoísta a la hora de compartir.
Uno de los primeros cristianos escribió lo
siguiente con respecto a la adquisición de posesiones en este mundo: "Saben que ustedes los siervos de Dios
están viviendo en un país extranjero (el mundo); porque su ciudad (el cielo)
está muy lejos de esta ciudad. Así pues, si conocen su ciudad, en la cual
vivirán, ¿por qué adquieren campos aquí, y hacen costosos preparativos, y
acumulan edificios y habitaciones innecesarios? Por tanto, el que prepara estas
cosas para esta ciudad no tiene intención de regresar a su propia ciudad. ¡Oh
hombre necio, de ánimo indeciso y desgraciado!, ¿no ves que todas estas cosas
son extrañas, y están bajo el poder de otro? Porque el señor de esta ciudad
dirá: “No quiero que éste resida en mi ciudad; vete de esta ciudad, porque no
te conformas a mis leyes.” Tú, pues, que tienes campos y moradas y muchas otras
posesiones, cuando seas echado por él, ¿qué harás con tu campo y tu casa y
todas las otras cosas que has preparado para ti? Porque el señor de este país
te dice con justicia: “O bien te conformas a mis leyes, o abandonas mi país.”
¿Qué harás, pues, tú que estás bajo la ley de tu propia ciudad? ¿Por amor a tus
campos y al resto de tus posesiones rechazarás tu ley y andarás conforme a la
de esta ciudad? Vigila que no te sea inconveniente el despreciar tu ley; porque
si quieres regresar de nuevo a tu propia ciudad, con toda seguridad no serás
recibido [porque has despreciado la ley de tu ciudad], y se te excluirá de
ella. Vigila, pues; como residente en una tierra extraña no prepares más para
ti, como no sea lo estrictamente necesario y suficiente, y estés preparado para
que, cuando el señor de esta ciudad desee echarte por tu oposición a su ley,
puedas partir de esta ciudad e ir a tu propia ciudad, y usar tu propia ley
gozosamente, libre de toda ofensa”. Hermas (150 d.C.)
Quien decida ir
contra corriente se topará con un montón de obstáculos, estorbos que llamarán a
claudicar, dificultades, impedimentos, trabas e inconvenientes que pondrán a
prueba si realmente queremos ir en contra del sistema de este mundo. Al rico lo
llamarán las comodidades, al alcohólico lo llamarán las fiestas y los “amigos”,
al adúltero los deseos de la carne, al mentiroso y deudor la justificación o el
pretexto, pero nada de este mundo ha de ser imposible vencer, el Hijo del Hombre
“Jesús nuestro Señor” demostró que se
puede tener victoria ante toda tentación mundana.“En el mundo tendréis aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan
16:33)
“Vivimos en este mundo, pero podemos decidir ser o no parte de él”
Jesús dijo: “No son del mundo (sus
discípulos), como tampoco yo soy del
mundo” (Juan 17:16)